Jóvenes y el consumo problemático

María Agustina Bottinelli Monti.
Lourdes Salazar
Romina Romaniello
Helga Ticac
Éste trabajo constituye un aporte a la temática del consumo problemático,
elaborada a partir del cursado de la materia Intervención Psicológica en
Servicios de Salud de la carrera de Psicología de la Universidad de Flores,
Sede Comahue.
Agradecemos la motivación del Profesor Edis Buscarons quien nos alentó a
dar a conocer nuestras reflexiones en torno un tema que nos genera
preocupación.

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Introducción
Éste artículo brinda información sobre los jóvenes y el consumo problemático, dentro
de una sociedad donde predomina el “consumismo” -impulsado principalmente por el
capitalismo-, característica que constituye un punto en común entre las diferentes adicciones.
Resulta fundamental, entender que es una problemática, no de una persona o familia en
específico, sino de la sociedad. Compete y convoca a la sociedad a la acción, como agentes de
cambio. En este sentido, se entiende que es una problemática que se da en complejo entramado
de interacciones entre las diversas dimensiones de la vida de una persona, es decir, multicausal.
Siendo el ser humano un ser social por naturaleza, es importante tener en cuenta que todos los
medios donde se desarrolla una persona, son espacios sociales, en los cuales pueden armarse
dispositivos para abordar tal situación alarmante que deteriora la vida de las personas. Debido
a que no sólo se ve comprometida la persona que consume, sino que también su entorno.
“Las problemáticas vinculadas al consumo forman parte de una realidad compleja que
nos interpela, desafía y compromete como sociedad. No alcanza una sola mirada para

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comprender y abordar esta problemática ya que son múltiples los factores que se ven
involucrados en ella.” (Gómez Di Vicenzzo y Cagide, cap. I)
Durante su construcción, se utilizó material de diversos autores abordados en la cátedra,
entre otros. A su vez, también se plasman espacios donde se puede observar el pensamiento
crítico, que pone en tensión las distintas miradas, lo cual enriquece al entender, conceptos que
se fueron construyendo desde lo personal y subjetivo.
Lo cual refiere a conductas impulsivas/compulsivas que exponen a situaciones
vulnerables y/o peligrosas para las personas que consumen.
Introducimos conceptos como auto-medicalización, como práctica frecuente; tolerancia
a la frustración como un condicionante de la vida cotidiana de muchos jóvenes y adultos de
esta nueva era, donde lo que prima es la rapidez por sobre todas las cosas, la satisfacción
inmediata; el marketing que constantemente incentiva el consumo, muchas veces actuando
como efecto placebo haciendo creer al consumidor que la solución está al alcance de la mano.
Es decir, se intenta dar una solución instantánea y/o despertar curiosidad-necesidad en
un consumo innecesario y dañino. Seguido de otros conceptos, los cuales involucran una serie
de preguntas, exploración, definición, redefinición, en el abordaje de cada uno de estos sucesos
en el proceso, logrando un recorrido por la temática, contribuyendo a la reflexión y aprendizaje
grupal.

Desarrollo
Retomando la cita anterior, las problemáticas vinculadas al consumo son parte de una
realidad que involucra a la sociedad, la interpela, y sobre todo compromete. No alcanza una
sola mirada para abordar la problemática. Por el contrario, se necesitan múltiples abordajes
para dar respuesta a los jóvenes como también a su familia, amistades, entorno.
Cuestiones socioeconómicas y culturales pueden ocasionar muchos conflictos dejando
a muchos jóvenes sin realizarse, sin la posibilidad de construir sus propios proyectos de vida.
Tal situación, inhabilita, vulnerabiliza y expone a situaciones extremas por falta de
recursos, induciendo a un afrontamiento poco saludable, en busca de “escapar” o “apagar” la
realidad, encontrando cierto alivio o satisfacción, en contraste a lo que se encuentran viviendo.
En este sentido, el debilitamiento de las relaciones sociales (red de contención, apoyo,
acompañamiento y soporte) como también las crisis de valores, han facilitado un escenario de
individualismo, donde son protagonistas el consumismo y la inmediatez.
Entendiendo al consumo problemático de sustancias como un fenómeno multicausal, el
cual no se lo relaciona a una característica específica del sujeto como tampoco a una

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característica esencial de la sustancia, ya que, atraviesa todas las dimensiones de la vida de una
persona. Esto, en general, constituye un asunto que obliga a complejizar la mirada hacia la
salud y a un abordaje desde lo integral, comprendiendo al ser humano como un ser
biopsicosocial que debe ser analizado en contexto, de forma intersectorial e interdisciplinar.
Frente a lo expuesto, se considera central y complementario, retomar algunos conceptos
fundamentales para una mejor lectura y entendimiento de los temas abordados. De esta manera,
utilizar un lenguaje común:

Droga
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) droga es “toda sustancia que,
introducida en un organismo vivo, pueda modificar una o varias de sus funciones”. En 1982,
la OMS intentó delimitar cuáles eran las sustancias que producían dependencia y declaró como
droga “aquella con efectos psicoactivos (capaz de producir cambios en la percepción, el estado
de ánimo, la conciencia, y el comportamiento) susceptible de ser auto-administrada”.
Actualmente, y desde la perspectiva médica y científica, se utiliza el vocablo droga para
referirse a un gran número de sustancias que cumplen las siguientes condiciones:
● Que, introducidas en un organismo vivo, son capaces de alterar una o varias de las
funciones psíquicas de éste.
● Inducen a las personas que las toman a repetir su autoadministración, por el placer que
generan.
● No tienen ninguna indicación médica y, si la tienen, pueden utilizarse con fines no
terapéuticos.
Consumo Problemático
Ley 26.937/2014. Plan Integral de Abordaje de los Consumos Problemáticos. Allí, se
denomina consumo problemático a “aquellos consumos que -mediando o sin mediar sustancia
alguna- afectan negativamente, en forma crónica, la salud física o psíquica del sujeto y/o las
relaciones sociales.

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La distinción entre uso y abuso depende en gran medida del carácter legal de la
producción, adquisición y uso de las diferentes sustancias con fines de intoxicación. En el caso
de las drogas ilegales, es común considerar que cualquier uso es abuso de la sustancia.
La clasificación social divide a las drogas en:
● Legales: Como aquellas que están socialmente aceptadas, de producción y
distribución dentro del circuito legal. Ejemplo de ellas son: el café, el mate, el
tabaco, el alcohol. Algunas de ellas como el alcohol y el tabaco poseen ciertas
restricciones, como la prohibición de su comercialización a menores de 18 años.
Dentro de las drogas legales, también se encuentran los medicamentos, con una
diferencia, si bien son legales, algunas necesitan receta médica por un
profesional habilitado.
● Ilegales: Son las socialmente prohibidas. La producción y distribución de estas
sustancias se realizan a través de un circuito ilegal y clandestino. En nuestra
cultura, son drogas ilegales. Ejemplos: la marihuana, el paco, el éxtasis, la
cocaína, el LSD, entre otras.

El abuso se caracteriza por:
● El consumo continuo de la sustancia psicoactiva a pesar de que el sujeto sabe que tiene
un problema social, laboral, psicológico o físico, persistente o recurrente, provocado o
estimulado por él; y
● El consumo recurrente de la sustancia en situaciones en que resulta físicamente
arriesgado.
● El diagnóstico se establece sólo si algunos síntomas de la alteración han persistido
durante un mes como mínimo, o bien han aparecido repetidamente por un tiempo
prolongado, y cuando el individuo no tiene el diagnóstico de dependencia.
● Las definiciones de uso y abuso están en función de la cantidad, frecuencia y
consecuencias del consumo, y se miden a través de indicadores tales como la ingestión
por persona, los patrones de consumo y los problemas asociados (enfermedades,
accidentes, conductas antisociales, etcétera).

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Adicción
La adicción es la dependencia fisiológica y/o psicológica a alguna sustancia psicoactiva
legal o ilegal, provocada por el abuso en el consumo, que causa una búsqueda ansiosa de la
misma. También conocida como drogodependencia, fue definida por primera vez por la OMS
en 1964, como un estado de intoxicación periódica o crónica producida por el consumo repetido
de una droga natural o sintética, cuyas características son:
1. Deseo dominante de continuar tomando la droga y obtenerla por cualquier medio.
2. Tendencia a incrementar la dosis.
3. Dependencia física y generalmente psicológica, con síndrome de abstinencia si se retira
la droga.
4. Efectos nocivos para el individuo y para la sociedad. Más tarde, en 1982, la OMS definió
a la dependencia como un síndrome que implica un esquema de comportamiento en el que
se establece una gran prioridad para el uso de una o varias sustancias psicoactivas
determinadas, frente a otros comportamientos considerados habitualmente como más
importantes.
En relación a las fases del proceso adictivo, se manifiesta la dependencia a sustancias
psicoactivas y conllevan a un patrón desadaptativo de consumo que concluye en un deterioro
o malestar clínicamente significativos, expresado por tres (o más) de los síntomas siguientes
en algún momento de un periodo continuado de doce meses.
Por un lado, se observa la tolerancia, que se caracteriza por la necesidad de aumentar la
dosis de la sustancia para conseguir el efecto deseado.
Este efecto disminuye aun consumiéndola constantemente. De esta manera, el cuerpo
se adapta, genera resistencia/tolerancia y dependencia, lo cual lleva a la abstinencia como
siguiente paso si se interrumpe el consumo causando efectos tales como: ansiedad, temblores,
palpitaciones, sudoraciones, etc. De tal manera muchas veces, un profesional será quien
administre la misma sustancia (o una parecida) para aliviar o evitar los síntomas de abstinencia.

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Breve introducción al mundo toxicomaníaco…
La toxicomanía es el problema que se produce cuando una persona consume una
sustancia adictiva de manera regular. Debido a los cambios que provocan en el cerebro, los
usuarios que la desarrollan necesitan consumir una dosis mayor. Esto llega hasta el punto en el
que la persona no puede tener el control de la situación, de sí mismo, ni su consumo. Muchas
personas no entienden por qué o cómo otros pueden llegar a volverse adictos a las drogas o al
alcohol. Erróneamente, creen que aquellos que utilizan estas sustancias de manera habitual, no
tienen fuerza de voluntad, y que podrían dejarlo cuando quisieran.
Sin embargo, la toxicomanía es una enfermedad compleja, y superarla requiere
mucho más que simplemente la voluntad de querer hacerlo. Por lo general, las personas con
adicciones, requerirán ayuda profesional para poder recuperar su vida y salir del ciclo vicioso
destructivo y autodestructivo que generan estas sustancias. De esta forma, resulta fundamental
comprender que deben ser abordados como pacientes debido a que necesitan recibir la
contención y tratamiento adecuados para su recuperación, rehabilitación, reinserción social y
laboral.
Datos cuantitativos
El Sedronar (Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina) en
su último informe del 2019:

El consumo de marihuana entre los jóvenes se incrementó –entre 2010 y 2017– un
200%, y el de cocaína un 300%. En lo que respecta a la cocaína entre quienes
consumieron en el último año (2019), alrededor del 30% ya son dependientes, esto
significa que precisan un voraz consumo diario. Uno de cada dos jóvenes de entre 12
y 17 años recurrió al alcohol en forma abusiva. La tolerancia social ante el consumo es
enorme: se cree que no es perjudicial y en algún punto se la justifica. También se
observa que obtener drogas es bastante sencillo.
Según información de Sedronar el consumo de cocaína en Neuquén por habitante es
superior a 4,5 veces a la media nacional. Neuquén es la ciudad de Argentina con mayor
consumo de cocaína por habitante. Diario Río Negro: POR REDACCIÓN RÍO
NEGRO ENERO 15, 2019 11:23 PM.

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Retomando el análisis del consumo problemático en adolescentes/jóvenes, se considera
que las representaciones sociales constituyen modalidades de pensamiento, son formas del
pensamiento social, un modo de interpretar y de reproducir nuestra realidad cotidiana. Las
representaciones configuran opiniones, creencias, nociones e ideas que pueden aflorar en
ciertas situaciones y son compartidas por un colectivo social.
Es el colectivo social que interfiere en ciertas situaciones, pero sin acercar soluciones
en la mayoría de los casos, la pregunta de ¿por qué? se responde fácilmente: cuando las
personas hace referencia al consumo problemático, se encuentran una gran cantidad de mitos,
estigmatizaciones y prejuicios. Se piensa que los adictos son peligrosos, delincuentes, una
causa perdida, un fracaso (de la familia o la persona que consume y no del sistema). Los
estigmas y prejuicios sobre los consumidores suelen actuar como obstáculos e impedimentos
para que puedan acceder a un tratamiento, de esta manera y entendiendo que se trata de una
sociedad de consumo. Se debe trabajar en derribar mitos, prejuicios, estigmas para lograr un
abordaje con determinada problemática que “grita pidiendo ayuda” y no se la escucha.
Siguiendo con los factores sociales, es importante propiciar dispositivos de
prevención primaria (promoción de la salud – prevención del consumo) y secundaria (la
enfermedad se detecta y trata pronto).
Desde la prevención primaria, los entornos saludables, por ejemplo: el compromiso con
el deporte. Es innegable que para un desarrollo positivo de los jóvenes, la importancia de
entornos sociales que faciliten experiencias positivas beneficia a la salud mental. Se considera
que el deporte es un contexto de la vida de los adolescentes en el cual, pueden participar
intensamente de una actividad que conlleva consecuencias significativas para ellos y los
microsistemas con los que se relacionan: sus pares, sus familiares y la comunidad. (Larson,
2000; Weinberg-Colud, 2010)
Cabe mencionar que los estudios dejan ver la importancia de la participación en
competiciones deportivas, para aprender no solamente el desarrollo de habilidades motrices,
estar activos, hacer ejercicio, sino que este aprendizaje se reinventa en otro, por ejemplo; el
desarrollo del sentido de pertenencia a un grupo de pares, también el aprendizaje tanto del éxito
como del fracaso, esto demuestra en cada ser humano la tolerancia a la frustración. De esta
manera, transitarlas en un contexto saludable y adquirir habilidades en el afrontamiento de la
misma.
La tolerancia a la frustración es un concepto que se viene acuñando hace varios años
muchas veces para etiquetar algún sujeto sobre su malestar y la forma de expresar sus
emociones, es importante entender a la frustración como un fenómeno natural en la vida de

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todo ser humano, que surge cuando nos enfrentamos a un impedimento, bloqueo o ciertas
dificultades en el acceso a aquello que deseamos conseguir/lograr.
Algunas personas, incapaces de tolerar la frustración, requieren la satisfacción
inmediata de sus necesidades, de forma que las drogas pueden parecerles inicialmente, un
medio rápido para lograr el placer inmediato, que resulta más difícil de conseguir por otros
medios. (Turbi et al., 2005)
Por tal motivo, la importancia del deporte, así como otras actividades extracurriculares,
constituyen contextos que permiten una mayor exploración de la identidad, el desarrollo de
competencias y habilidades sociales si se los compara con las clases escolares y el tiempo
pasado con amigos sin supervisión adulta. (Hansen, Larson – Dworkin, 2003).
En el desarrollo de un hábito saludable no se puede dejar pasar por alto el compromiso
que adquieren los jóvenes cuando están inmersos en prácticas deportivas, más aún cuando
deben competir.
Se define compromiso como un proceso cognitivo -afectivo persistente y positivo,
caracterizado por la creencia en la propia capacidad para lograr un nivel de rendimiento y
conseguir metas (confianza), el deseo de invertir esfuerzo y tiempo en el logro de objetivos
importantes para uno (dedicación), sentimientos de excitación y altos niveles de disfrute
(entusiasmo) y la energía o vivacidad física, mental y emocional (vigor). (Lonsdale, Hodge-
Raedeke,2007)
En relación a los entornos saludables en jóvenes, no se puede dejar de mencionar la
promoción de la integración social. La exclusión social y los vínculos disgregados han sido
señalados desde la literatura como el gran determinante social del consumo. Cuando se recurre
a la historia, el concepto de exclusión social refleja una problemática de la sociedad
postindustrial que conlleva a la pérdida de derechos sociales y laborales los cuales constituían
el estado de ciudadanía.
Cuando se habla de consumo problemático no sólo se refiere al uso/abuso de drogas
psicoactivas ilegales, en todas sus presentaciones, sino también a las sustancias y/o consumos
problemáticos legales, como el abuso del consumo de alcohol. En Argentina el consumo de
alcohol ocupa el segundo lugar entre países Latino Americanos, y a esto se lo puede relacionar
con la famosa “Previa”. Donde los adolescentes consumen alcohol antes de asistir a un evento
-que posiblemente involucre la misma u otras sustancias a la vez-.
La práctica de consumir alcohol antes de un evento es riesgosa porque suele
caracterizarse por el consumo de una elevada cantidad de alcohol en un periodo corto de
tiempo. Esto sugiere que, al frecuentar las previas, esta práctica hace que el consumo de alcohol

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tenga un rol propio, facilitador, en el involucramiento de los jóvenes en trayectorias de
consumo riesgoso. En este sentido, el alcohol junto con otras sustancias legales resulta como
puente hacia el consumo de psicoactivos ilegales y/o un policonsumo.
Aquellas personas y, sobre todo jóvenes que no crean en este denominador común, se
los invita a reflexionar lo siguiente: ¿Cuántas veces se sintieron diferentes por no seguir las
presiones sociales a la hora de, por ejemplo: consumir alcohol y cumplir con el “FONDO,
FONDO, FONDO”?, “chupitos”, “tapitazos” (véase utilizar la tapa de la botella, verter alcohol
e ingerir, repetir procedimiento), beber de la “jarra loca” (envase con diversos tipos de alcohol
y/o con alguna otra sustancia).
Luego, un papel importante en el incentivo del consumo, se puede encontrar la
propaganda de “Quilmes, es el sabor del encuentro”, por ende, encontrarse con amigos, implica
consumir alcohol. A su vez, no se puede ignorar el hecho de que la música popular es un medio
que marca tendencias en los hábitos, vestimentas, formas de hablar, etc; mencionan
constantemente el consumo de sustancias ilegales como algo necesario, propio de la diversión
y la fiesta. A su vez, otros medios funcionan como facilitadores en el acceso al consumo desde
su compra, por encontrarse habilitado para hacer deliverys (Pedidos Ya, Rappi, entre otros).
Por tanto, para abordar la problemática de adicciones es perentorio poner el eje en la
subjetividad del consumidor no solo en lo que respecta a adolescentes, analizar los vínculos
con la misma. Y esto, conlleva explorar una problemática frecuente en la actualidad, la
automedicación.

Medicalización
Para Buscarons (2023) es muy preocupante el fenómeno de los llamados “chalecos
químicos”, refiriéndose a la medicación indiscriminada, que pretende la reinserción a través de
un esfuerzo de adaptación o en algunos casos sobreadaptación a las condiciones que les impone
en cada caso su vida cotidiana.
Los tratamientos psiquiátricos en los servicios de salud pública muchas veces limitan
el diálogo a media hora o menos de sesión, con lo cual la relación terapéutica se reduce a la
indicación de medicación para calmar la ansiedad, para poder dormir, tratar el malestar
apelando a factores externos, sustancias sin contemplar los propios recursos de la persona, para
estar de mejor “ánimo”, y con ello mejorar el nivel de malestar.

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Ésta terapéutica de medicalización a corto plazo, si bien obtiene los resultados
esperados de la desaparición momentánea de los síntomas, restringe a corto y mediano-largo
plazo las posibilidades de la interacción terapeuta-paciente en base a la palabra y como clave
del tratamiento, donde se juega el compromiso de la propia persona en la superación de su
situación restrictiva.
Ahora bien, un claro ejemplo podría ser un joven que no logra dormir porque se
encuentra atravesando grandes periodos de estrés. Si la solución parte del enfoque de la
medicalización se recurrirá al uso de medicamentos para conciliar el sueño. De hecho, hay
muchas publicidades en televisión que incentivan la compra libre, sin receta, de gomitas de
melatonina para dormir. Resulta importante señalar que las mismas se pueden comprar por
Mercado Libre, aplicación que cualquier persona puede tener hoy en su celular. De este modo,
el joven puede omitir la posibilidad de recurrir a sus recursos personales y/o acceder a un
espacio terapéutico. Como se viene exponiendo, la solución rápida está al alcance de la mano,
pero aquello que reprimimos, siempre retorna. Lo que parece ser una salida rápida es la
bienvenida a un laberinto, recurriendo así a diversas estrategias que dan como resultado un
efecto placebo.
En este punto, se hace referencia a una definición de efecto placebo utilizada por los
médicos como una intervención alternativa a la medicalización. Se cita lo que expresa Ramón
Bayes (1984), el autor define al efecto placebo como una píldora de azúcar, la cual no contiene
ningún tipo de medicamento o efecto analgésico estrictamente farmacológico. Entonces, se
administra con el propósito de solucionar un padecimiento y para explicar esto, se hace un
breve recorrido histórico de su origen.
En un principio, se podría decir que Platón -aún sin adjudicar dicha denominación-, fue
el descriptor del efecto placebo. En un pasaje del Cármides a través de Sócrates, advierte que
una intervención terapéutica, sólo puede ser eficaz si antes de su administración se somete al
paciente a un determinado ensalmo. Es decir, a un discurso persuasivo que hace a la alianza
terapéutica y al éxito o efectividad de dicha aplicación.
En la actualidad, el médico tiene a su disposición sustancias activas para combatir
eficazmente procesos patológicos. Sin embargo, su uso específico se torna dificultoso debido
a los efectos que estos presentan en su implementación excesiva. Por lo tanto, el efecto placebo
es una intervención alternativa, efectiva y sin daños colaterales evidentes.

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El consumo problemático desde una mirada intercultural
“Sociología de las emergencias, consiste en sustituir el vacío del futuro según el tiempo
lineal por un futuro de posibilidades plurales y concretas, simultáneamente utópicas y realistas,
que se van construyendo en el presente a partir de las actividades de cuidado.” (Buscarons,
2021)
El autor plantea que es necesario introducir lo intercultural en disciplinas
monoculturales, para lograr abrir la interculturalidad en los espacios sociales. De ésta manera,
invita a “concebir una nueva humanidad”, que es grupal, antes que individual. Piensa a la
adicción como un punto de llegada que se ubica en el logro de la falla en la construcción de la
identidad del sujeto, y señala como motivaciones iniciales del consumo: la atenuación del dolor
físico, la búsqueda de ensoñación, promovidos por los modelos de exitismo social, en la
búsqueda de llenar un “vacío”.
El adicto no puede hablar sobre su angustia, y lo que no puede hablar, lo actúa
desesperadamente. Advierte que gran parte de los tratamientos fracasan y que los abordajes
deben ser singulares.
“El conflicto psíquico se manifiesta en el dolor de vivir, y la droga es un apaciguador
efímero, provisorio, exigente y, a la larga, ineficaz” (Buscarons, 2023, p. 3)
Teniendo en cuenta la cita anterior y lo expuesto hasta ahora, se entiende que el
consumo problemático/adicción, son el recurso de afrontamiento de evitación ante la baja
tolerancia a la frustración de ser excluidos, como una vía de “escape” o llenar aquél “vacío
existencial”, para encontrar el sentimiento de pertenencia y/o “resolver” aquello que considera
inminente o inevitable “falta de visión hacia el futuro” o un futuro escrito, sin solución.
Entonces, las sustancias psicoactivas son un sustituto, un placebo, un apaciguador, algo
que permite transitar la vida sin la necesidad de estar completamente consciente, presente,
sintiendo y elaborando duelos, decisiones importantes que requieren de las funciones ejecutivas
para planificar la vida, para poner en práctica un plan de acción en los siguientes pasos; que
por supuesto requieren responsabilidad y afrontar aquellas emociones que quizás resultan
demasiado complejas observarlas y gestionarlas adecuadamente, en la consecución de los
objetivos.
Una sociedad que no se reconoce como generadora de desigualdad y que pareciera
necesitarla y hasta festejarla, forzosamente requiere apoyarse en la exaltación del egoísmo, en
la meritocracia, en la debilidad de la voluntad para automercado, solo son económicas, se
desprende del todo social y se transforman en artificios que generan sujeción. Así, las

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necesidades dejan de ser derechos sociales no cumplidos para transformarse en falencias
individuales, genéticas o conductuales (Carballeda, 2017).
Capriati y Camarotti (2018) señalan doce factores que influyeron en el fracaso de la
política de drogas desde los años sesenta, entre los cuales podemos resaltar; por un lado que se
ha respondido al consumo problemático de drogas de modo aislado de las problemáticas
relacionadas con la marginalidad y la exclusión, y por otro, la desatinada falta de participación
de los usuarios en la problemática, volviéndolos sujetos dependientes y asistidos.
Los autores critican el Sistema de fiscalización y control de drogas ilícitas, consideran
que las acciones exceden a un sólo servicio, programa o sector en particular y que debe tenerse
en cuenta los contextos singulares de vulnerabilidad social, convocar a la participación activa
de la población en la definición de sus prioridades y trabajar para fortalecer las redes
programáticas y comunitarias existentes en los territorios.
Asimismo, el tema de la participación resulta crucial en la determinación de la
terapéutica, a menudo se observa la dificultad que tienen las personas y las familias en sostener
tratamientos que requieren niveles de abordaje integrales y que incluyen un cambio en los
hábitos y estilos de vida. Allí, confluyen los modelos más restrictivos que consideran que la
persona debe estar aislada de su entorno un determinado tiempo para poder afrontar una
internación exitosa, y los modelos más abiertos que consideran que la persona debe readaptarse
en la comunidad. Si bien es cierto que ambas modalidades coexisten en la actualidad, no son
formas separadas que puedan analizarse sin considerar el contexto comunitario y sociopolítico
que determina su subsistencia.
En ese marco es preciso tener en cuenta la Ley de Salud Mental que nos rige como
futuros psicólogos. Sin embargo, la aplicación de la misma se ve afectada en función del
contexto sociohistórico, cultural y gubernamental en la actualidad.
Según esta Ley, el Estado Nacional debe destinar el 10% del gasto total de salud a salud
mental. Las provincias y la Ciudad de Buenos Aires deben adoptar el mismo criterio. No
obstante, en el año 2021 solo el 1,47% del gasto total en salud a nivel nacional se destinó a
dispositivos de la salud mental. En este sentido la OMS refiere que los países gastan menos del
2% de sus presupuestos sanitarios en salud mental. Argentina no es la excepción. (ACIJ, 2020).

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Ejercicio profesional en la Ley de Salud Mental N° 26.657
El artículo 4 de la Ley de Salud Mental define que el abordaje de las adicciones son
parte de las políticas de salud mental, y que debe llevarlo a cabo un equipo interdisciplinario
(art. 8).
Establece una serie de definiciones que traducen una postura epistemológica donde
resalta una concepción del sujeto desde el paradigma de los Derechos Humanos. Entre ellas,
que la internación es un recurso restrictivo, de excepción, lo más breve posible, fijando límites
a su ejecución. La intención de la Ley en ubicar a la persona en su contexto, y que la cura está
vinculada con el sostenimiento de los vínculos familiares, socio-laborales y comunitarios.
Designa a la autoridad de aplicación de la Ley, el Ministerio de Salud de la Nación, el
cual debe establecer las bases para el desarrollo de un Plan Nacional de Salud Mental.
Asimismo, crea un órgano de revisión situado en el ámbito del Ministerio Público de la
Defensa, integrantes de la Secretaría de Derechos Humanos, asociaciones de usuarios y
familiares del sistema de salud, profesionales y otros trabajadores de salud y de ONG abocadas
a la defensa de los Derechos Humanos y las funciones del órgano revisor.
El profesional psicólogo se encuentra inserto en un contexto sanitario que le fija las
condiciones para el desarrollo de su labor, en ese sentido es importante señalar que muchas
veces las instituciones públicas al estar limitadas de personal de la salud mental, generan
limitaciones en el encuentro con el paciente o consultante, no siempre adecuado, en función de
atender a más cantidad de personas que requieren el servicio. Por otro lado, también es limitado
el accionar de los equipos interdisciplinarios que ven desbordada la atención.
Para poder analizar cabalmente la aplicación de la Ley de Salud Mental, sería preciso
contar con la información actualizada de las características de los servicios de salud mental en
cada localidad y en cada provincia, como también las particularidades de cada comunidad en
cuanto a los recursos con los que dispone, la existencia de equipos interdisciplinarios, proyectos
y programas interinstitucionales y las estadísticas en relación a las demandas más frecuentes.
Esta información también debería relevarse en relación a la situación socioeconómica
de la población ya que las condiciones de vida influyen directamente en la emergencia de
sintomatología y problemáticas de consumo.
Los dispositivos asistenciales intentan contemplar diferentes características de los
pacientes; para el paciente es importante poder llevar a cabo su tratamiento en la misma
institución y con la misma modalidad o caso contrario, se debería cambiar según la complejidad
clínica y situacional en diferentes etapas del proceso.

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El enfoque que le debe dar el profesional de la salud es vital, además de singular, para
cada paciente, según la evolución clínica. El eje central del servicio asistencial se basa en la
atención dirigida al paciente y a su familia, a través de un equipo interdisciplinario, que
comprende el proceso terapéutico más allá del alta, el cual se debe sostener en un esfuerzo
continuo.

El consumo problemático desde una mirada psicoanalítica
Antes de concluir, se hace referencia a Freud en su escrito "Más allá del principio del
placer” (1920), para explicar la dinámica que hace al patrón conductual de un consumo,
convirtiéndose este en un “círculo vicioso” donde el camino a la “salida” resulta complejo,
difícil de encontrar y atravesar.
El autor, describe el último dualismo pulsional, refiriéndose a la pulsión de vida (Eros)
y la pulsión de muerte (Thánatos). Se presentan como fuerzas opuestas, sin embargo;
complementarias e interdependientes, no existe una sin la otra. Aquí, esboza conceptos que
aparecerán en la segunda tópica (yo, ello y superyó).
"Una pulsión sería entonces un esfuerzo, inherente a lo orgánico vivo, de reproducción
de un estado anterior" (Freud, 1920, p. 39)
Mientras que la pulsión de vida, abarca las pulsiones mencionadas en la primera tópica
(pulsiones sexuales, de autoconservación o yoicas), buscan todo aquello que conserve,
mantenga, aumente, la vida y el placer. Necesidades biológicas y psicosociales.
Por otro lado, más allá del principio de placer y en oposición de la pulsión de vida, se
encuentra la pulsión de muerte. Será todo aquello que reduzca, disgregue la vida y las
relaciones. Es definida como la tendencia de todo lo vivo al retorno a un estado inerte,
inorgánico. Pueden distinguirse entre pulsiones agresivas y destructivas dirigidas al propio
individuo y aquellas volcadas hacia el exterior. Ej: sadismo, masoquismo, consumo
problemático, entre otras. En esta última, se encuentra satisfacción en lo displacentero.
En referencia a la pulsión de muerte, se habla de que la vida puede ser un proceso
doloroso y agotador. Claro está que no podemos evitar sentir emociones que resultan
desagradables o sentir dolor.
A su vez, en muchas ocasiones suceden situaciones en la cotidianeidad que escapan de
nuestro control y a lo único que se puede recurrir es a la forma en la que se afronta aquello que
disgusta, lastima y que aparece como un obstáculo. Por ello, se introduce el principio de
Nirvana, idea budista, frecuentemente traducida como “Cielo”. Sin embargo, su traducción

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literal es “soplido que agota”. Refiere a la no-existencia, a la nada, al vacío, constituye la meta
de toda vida en la filosofía budista.
En la actualidad, se puede evidenciar una tendencia marcada del ser humano a la pulsión
de muerte y el principio de nirvana, en la búsqueda de paz, escapar de estímulos aversivos.
Irónicamente, accediendo a otros estímulos aversivos, que impactan directamente en el sistema
nervioso central, de recompensa, haciendo que el cerebro tenga dosis excesivas de dopamina,
las cuales no se encuentran en otras actividades cotidianas o saludables, en tales cantidades.
Siendo la dopamina, la hormona principal asociada e implicada en las adicciones, se libera ante
sensaciones placenteras y se encarga de regular movimientos musculares, regulación de la
memoria, entre otros procesos cognitivos relacionados al aprendizaje y toma de decisiones. Su
producción máxima durante el consumo, genera un desgaste y desequilibrio.
Aunado a ello, la neurobiología actual demuestra que la adicción es una enfermedad
que emerge gradualmente con la repetición de una activación intensa en el “sistema de
recompensa cerebral”, generando adaptaciones patológicas en el sistema nervioso central.
Debido a la neuroplasticidad se desarrolla en el adicto una enfermedad cerebral crónica,
deterioro cognitivo y comportamental, evidenciando disfuncionalidad en el procesamiento de
la información, toma de decisiones (impulsividad) y en la regulación emocional (desregulación
emocional).

Conclusión
A lo largo de la presente monografía se abordaron los fundamentos teóricos acerca de
los jóvenes y el consumo problemático de sustancias.
Las modalidades psicoterapéuticas de intervención están vinculadas con el contexto
sociopolítico donde se instalan.
Un sujeto se encuentra atravesado por todo lo que lo rodea, y es ahí donde se debe hacer
énfasis en su evaluación contextual para que una sociedad con políticas estables pueda dar
respuesta no solo a un problema de abuso de sustancias sino también salga al rescate de la
opresión sufrida desde hace décadas.
Por tal motivo como sociedad y en pos de una pregunta retórica ¿tendremos las
herramientas para acompañarlo sin entrar en la discriminación? tememos que en las
condiciones actuales ese escenario no sea probable.
Son muchas las muestras con las que se cuentan cuando se habla de un sujeto que
transita problemas de adicción, es el “desviado” el que no se ajusta a la norma, pero la norma
o lo normativo es un discurso planteado, formulado desde lo gubernamental y sociocultural.

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Sin embargo, el discurso pone especial énfasis en políticas de prevención, con el fin de
tratar de evitar las consecuencias sociales y personales del consumo en adolescentes hasta la
edad adulta, el cual no se puede mantener siendo muchas veces carente de sustento por no
contar con un presupuesto destinado a tal fin.
Se hace especial énfasis con respecto al consumo de drogas, los factores de prevención
reducen, inhiben o atenúan, la probabilidad del uso de sustancias.
Como futuras profesionales de la salud mental, nos resulta interesante retomar con una
reflexión al respecto, en relación a una contradicción que se vive diariamente respecto a la
salud mental.
Luego de la pandemia que transitamos como sociedad a raíz del Covid-19, hubo una
reflexión colectiva desde diversos ámbitos sobre la importancia de preservar tanto la salud
física, como mental.
Sin embargo, continuamos con un Estado ausente en la generación de políticas públicas
sanitarias. Resulta fundamental cuestionar el presupuesto anual destinado a la salud mental
pública ¿Alcanza dicho presupuesto para cubrir la demanda? ¿La salud mental es un derecho o
un privilegio de clase?
Se destaca en este punto que, en nuestras Provincia de Neuquén y Río Negro, no
contamos con un sistema de internación para jóvenes mujeres que estén transitando un
consumo problemático.
En Neuquén Capital tenemos el Hospital Castro Rendón, que cuenta con un espacio de
internación para consumos problemáticos, pero solo para varones. En este punto, para una
mujer acceder a un proceso de rehabilitación es un privilegio y no un derecho.
Resulta imposible ignorar este hecho, y es necesario persistir en la lucha haciéndonos
escuchar desde el lugar en el que estemos, hoy como estudiantes, y mañana como profesionales
de la salud.

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