El Decir traumático: Testimonios de NNyA en Cámara Gesell.

El Decir traumático: Testimonios de NNyA en Cámara Gesell.

Su abordaje en la Justicia.

Lic. Romina Turi

Psicoanalista, Perito Oficial del MPF de la Prov. de Bs. As. Diplomada en Salud Mental y Problemáticas actuales en las infancias y adolescencias. AASM

Interdiscursividad

 

El presente escrito propone poner en debate el tratamiento y abordaje que han tenido y tienen actualmente los niños, niñas y adolescentes (NNyA) en el ámbito de la Justicia, en calidad de víctimas de presuntos delitos contra la integridad sexual.

La problemática de la violencia sexual en tiempos de constitución subjetiva, nos exige pensar en los distintos momentos sociohistóricos, culturales y políticos, resultando peligroso no estar advertidos de su interdiscursividad. Los movimientos feministas han contribuido significativamente en la adquisición y conquista de derechos para las mujeres y las infancias, permitiendo el cuestionamiento de instituidos, generando la revisión de aspectos y nociones antes incuestionables. Por ejemplo, respecto de la concepción de la familia basada en un modelo único propio de la estructura patriarcal, lo que ha posibilitado modos de funcionamiento propiciatorios para la consumación del incesto y su silenciamiento.

En el primer capítulo realizaré un recorrido sociohistórico, respecto del lugar que han ocupado los NNyA en su entorno. Luego avanzaremos en el tratamiento y abordaje dentro de la Justicia y su evolución en materia de derechos. Me interesa reflexionar, en el modo que han sido pensadas las declaraciones testimoniales de las infancias y adolescencias en el territorio jurídico y dentro de ese marco, en el ámbito penal. La aplicación del instrumento CBCA (Análisis de Contenido basado en Criterios) para la validación del testimonio infantil tan fomentado como vigente en la actualidad, se pondrá en tensión con otras formas de intervención, más orientadas en una escucha psicoanalítica preocupada por el decir traumático y sus efectos en la subjetividad de NNyA.

Por último, a partir del desarrollo de viñetas de trabajo intentaré plasmar y transmitir modos de abordaje orientados en una escucha respetuosa, propiciatoria -muchas veces- de efectos reparatorios y restitutivos del derecho a la palabra y su potencia elaborativa, frente a la acuciante problemática de las violencias sexuales.

 

La infancia, un constructo social

 

La categoría de infancia no viene dada naturalmente. Se trata de un constructo inmerso dentro de un proceso histórico, político, social y cultural determinado. Philippe Aries(1) ha hecho un vasto recorrido al respecto, demostrando que en la edad medieval los niños no eran percibidos como los comprendemos y reconocemos hoy, sino que pasaban de un periodo relativamente breve de dependencia física a ser socializados directamente en el mundo adulto. No existía para ese entonces la categoría de infancia. A través del análisis del arte medieval y renacentista, Aries muestra cómo los niños eran representados como adultos en miniatura, sin rasgos ni vestimentas propias de su etapa. También Lloyd DeMause en su libro “Historia de Infancia”(2) da cuenta de los modos en que la misma ha estado impregnada de diversos horrores: muertes (infanticidio), castigos físicos y abusos sexuales. Estos horrores constituían prácticas habituales, que lejos estaban de ser consideradas modos de crianza reprochables o dañinas. La constitución familiar se organizaba dentro de una estructura patriarcal, el poder permanecía concentrado en la figura paterna cuya autoridad era indiscutida por el resto de los miembros de la familia. El niño era considerado objeto y posesión del padre, sometido a su voluntad y capricho.

Hacia finales del siglo XVII e inicios del XVIII, comienza a construirse la noción de infancia marcada por el predominio del cristianismo. El niño empieza a ser considerado un ser puro e inocente, al que es necesario proteger y albergar. Dentro de esta nueva concepción, la familia y la escuela han sido las instituciones sociales más sólidas para garantizarlo. Lloyd DeMause dirá también que el cambio de las conductas por parte de los adultos, estará fuertemente determinado por lo que denominó cambios psicogénicos de la personalidad resultantes de las interacciones vinculares entre padres e hijos. Este movimiento cultural y vincular, tendrá sus repercusiones a nivel social. La infancia pasará a ser considerada una etapa fundamental, de la que dependerá el futuro de las naciones y de la humanidad. El Estado se ocupará de intervenir en materia de salud, educación y legislación, poniendo el foco en la erradicación del trabajo infantil. Comenzarán de esta manera a ser mal vistas en el ámbito público, las conductas violentas hacia NNyA.

Sin embargo el cambio no será radical. Si bien comienza a otorgarse otra mirada a las infancias, estas costumbres y conductas disciplinantes continuarán operando en el ámbito privado como sinónimo de modos de crianza, control, posesión y educación de los hijos. Llevará mucho tiempo más, comenzar a deconstruir esas prácticas y comprender que, aunque acontecen puertas adentro de las familias, resulta imprescindible su abordaje en el ámbito público.

Hacia mediados del siglo XX con el trabajo de Henry Kempe(3) sobre el síndrome del niño golpeado o maltratado, surgirá el concepto de maltrato infantil como tal. A partir de las evidencias físicas observadas en los cuerpos de los NNyA que recibían en los consultorios y controles médicos, quedaba a la vista que el castigo físico continuaba siendo el modo de control de los hijos y el patrón de disciplinamiento por parte de los adultos referentes y/o tutores. Será el abordaje, tratamiento y visibilización sobre esta problemática la que producirá una disminución notablemente drástica en la tasa de mortalidad infantil. Por ese entonces, surgirán y se pondrán en boga profesiones especializadas y relativas a la infancia (psicopedagogía, psicología, pediatría etc.) expertos en niños, que comenzarán a poner el foco en la dinámica familiar como en los modos de disciplinamiento utilizados en las Instituciones Educativas.

Esa nueva época será considerada y reconocida por algunos pensadores como el siglo de los niños(4) quienes pasarán a ocupar un rol protagónico. El psicoanálisis incidirá fuertemente introduciendo la noción de sujeto, sujeto que nace en estado de desamparo y dependiente de un otro, fundamental para su existencia. El concepto de complejo de Edipo será nodular en la constitución subjetiva y un modo de volver pensable la sexualidad infantil. El niño comenzará a ser considerado como un sujeto con sus propios conflictos e incumbencias.

 

Su Abordaje en la Justicia, avances y retrocesos.

 

A partir del recorrido que hemos realizado hasta aquí, podemos decir que la infancia se trata de un constructo social que ha ido variando en su definición y concepción, dependiendo de cada época. Esas mutaciones propiciaron su tratamiento en la Justicia, generando la creación de tratados, leyes y demás normativas, tendientes a la adquisición de derechos, protección y bienestar.

Los NNyA partieron de no ser tenidos en cuenta, a ser considerados “objeto” de estudio sobre quienes había que tomar decisiones en pos de ser protegidos y respetados. Desde el siglo XX en adelante, son reconocidos como sujeto de derechos con su propia voz y participación.

La Convención de los Derechos de los Niños (CDN) de las Naciones Unidas de 1989, incorporada en Argentina en 1990 a través de la Ley 23.849 fue central en este sentido. Esta convención tiene actualmente jerarquía constitucional desde el año 1994.

Los cuatro principios fundamentales son el interés superior del niño, el derecho a la vida, a la supervivencia y al desarrollo, la participación infantil y la no discriminación. La Ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de la Niñas, Niños y Adolescentes sancionada en 2005 establece también la aplicación obligatoria de la Convención.

Otra ley fundante y fundamental respecto de la participación de NNyA dentro del ámbito judicial es la Ley 25.852, más conocida como “Ley Rozanski”. Hasta la creación de la misma, los NNyA eran citados de manera reiterada para declarar en la Justicia, en sede policial e incluso ante el tribunal en instancia de juicio, expuestos a extensos interrogatorios. A partir de su sanción en el año 2003, se reformó el Código Procesal Penal Nacional, con el fin de regular sus declaraciones. Poniendo el foco en que NNyA reciban un abordaje adecuado, a través de entrevistas por parte de expertos en psicología, quienes desde ese momento seremos los encargados de recibir su testimonio a través del dispositivo de Cámara Gesell. De esta manera, se hace cumplir el derecho de todo niño a ser escuchado y recibir un trato digno, teniendo en cuenta las especificidades de la etapa evolutiva y evitando efectos revictimizantes dentro de su participación en el proceso judicial.

A partir de aquí, toman especial interés e incidencia en el ámbito penal las audiencias en Cámara Gesell y todo lo referido a la psicología del testimonio, a través del análisis de la credibilidad del relato infantil. Desde este momento, la aplicación de instrumentos de validación y/o credibilidad del relato y el consecuente dictamen por parte de los profesionales, se volvieron elementos de suma importancia para el avance, determinación y valoración de la existencia de delitos de violencia contra las infancias y adolescencias.

Lo que podemos observar en la actualidad en materia de abordaje del testimonio infantil, es que lo que buscó ser un espacio posibilitante para que los NNyA puedan brindar sus testimonios, haciendo uso de su derecho a ser escuchados, corre el riesgo de convertirse en un modo más sofisticado de interrogatorio, problemática sobre la cual intentaré inmiscuirme y desarrollar a continuación.

 

¿El Decir traumático es discursivo?

 

Nos encontramos en un momento de preocupación e interés por las infancias y adolescencias. La visibilización y abordaje de las violencias, continúa siendo un tema central que nos implica e interpela a todos y todas.

En el ámbito de Justicia, los delitos de violencia sexual intrafamiliar son los que más demandan intervención. Los NNyA son convocados a dar testimonio en Cámara Gesell, pero sus declaraciones suelen quedar supeditadas a exigencias adultocéntricas. Desde el discurso jurídico se busca alcanzar “la verdad” a través de pruebas fácticas y es en este punto, donde el instrumento de Análisis de Contenido Basado en Criterios (CBCA) de la Psicología del Testimonio toma relevancia, ya que promete brindar respuestas cuantificables y precisas con su instrumentación.

El CBCA(5) desarrollado por D. Raskin y P. Esplin se encuentra dividido en 5 puntos centrales a ser analizados: características generales del relato; contenidos específicos; peculiaridades de contenido; contenidos referentes a la motivación; elementos específicos de la ofensa. Dentro de ellos -a su vez- se despliegan sub-ítems que completan un total de 19 puntos. De la sumatoria de los mismos se arriba a la validez del testimonio, arrojando tres posibles resultados: relato altamente creíble, medianamente creíble o pobremente creíble. Toda esta información se recaba, evalúa y analiza a nivel discursivo, a partir del análisis del relato de las infancias y adolescencias.

El procedimiento que se pretende seguir es el siguiente: toma de la declaración testimonial -en base a los ítems del CBCA- evaluación y contabilización de los mismos, elaboración de un dictamen psicológico informando la validez del testimonio infantil. Sucede que el riesgo de responder centrando toda la labor en la instrumentación de esta técnica, es principalmente que el dispositivo creado para la recepción del testimonio del NNyA, pasa a convertirse en la toma de una declaración testimonial de carácter interrogatorio.

Las aspiraciones que la creación de la Cámara Gesell perseguía, basadas en brindar un espacio adecuado y adaptado para que las infancias y adolescencias puedan ejercer su derecho a ser escuchadas, son suplantadas por la correcta aplicación de un instrumento. De esta manera se busca dar respuesta a pretensiones adultas, a las cuales los NNyA deben adaptarse e intentar responder. Respecto a la praxis psicológica, el riesgo reside en que suele dejar por fuera el análisis de aspectos metapsicológicos y conceptualizaciones referidas al trauma.

La pregunta a formularnos será entonces ¿el decir traumático está hecho de palabras? ¿Es medible, cuantificable discursivamente? ¿O podemos ubicarlo más bien, en la cadencia de las palabras, en lo que falla, lo que falta, lo que interrumpe/irrumpe en el relato? ¿lo traumático es posible de articularse en el discurso?. Es este el punto, que me interesa problematizar sobre los modos de toma de declaración y los criterios de validación actuales.

Los NNyA son convocados a dar testimonio sobre vivencias de carácter sexual que han irrumpido en su cuerpo. Desde el psicoanálisis sabemos que involucra mucho más. Se produce una intromisión en su psiquismo, percepción, en el lazo con los otros, en la pérdida del otro de la ternura. Los ámbitos de seguridad y confianza son saqueados, inclusive la palabra y con ella la posibilidad de enunciación de lo vívido.

Winnicott(6) desarrolla su conceptualización del trauma, como intrusión del ambiente que destruye la pureza individual, vivenciada como derrumbe (en tanto desorganización yoica), pérdida de la fe, de la capacidad de creer y confiar en el otro como en el medio. Silvia Bleichmar(7) teoriza lo traumático en tanto elementos no metabolizados, desarticulados en la producción psíquica. Plantea como central en el diagnóstico del abuso sexual, arribar al mismo no por el relato sino por las fisuras en el mismo. Sabemos que Freud(8) pensó lo traumático en relación a un hecho fáctico, que irrumpe sorpresivamente como agente patógeno afectando el desarrollo psicosexual de la infancia.

Sabemos, que lo traumático de la irrupción de la sexualidad adulta en el cuerpo infantil reside también en la imposibilidad de representación de la genitalidad. El agresor sexual toma el cuerpo infantil, lo extradita de él, arrasando su subjetividad y toda posibilidad de inscripción psíquica.

Así, considero indispensable poner a pensar estas nociones al referirnos al testimonio de NNyA en la Justicia y el abordaje que reciben en las entrevistas psicológicas llevadas a cabo en Cámara Gesell. Si bien la tarea forense difiere de la clínica: su encuadre, tiempos, objetivos son otros, considero fundamental accionar con perspectiva de infancia y de género, incluyendo teorización y un posicionamiento clínico sobre lo traumático.

Este bagaje teórico nos permite pensar sobre los efectos que estas vivencias pueden producir en el discurso. Considerar y articular lo inenarrable de la vivencia abusiva con los elementos indiciarios que irrumpen en la narrativa, la afectación que se presentifica al momento de relatar lo vivido, más ligado al registro sensorial. Al modo de imágenes que invaden e irrumpen involuntariamente. Es nuestra responsabilidad como profesionales, estar advertidos sobre este singular modo de decir, cómo se presenta, sus particularidades y especificidades.

Entonces vuelvo sobre la pregunta ¿hay modos de medir el decir traumático? Pienso que hay modos de dar cuenta de él, los cuales suelen quedar por fuera de la aplicación de instrumentos estandarizados, como es el CBCA. Y tienen más que ver con lo que en cada encuentro se produce, resultado de una escucha atenta, sustentada en una vasta teoría y conceptualización psicoanalítica.

Que por cierto, no cesa de escribir y reescribir al respecto. Adentrándose en las nuevas formas y modalidades en que la violencia sexual se presenta contra las infancias y adolescencias, como ocurre con el ciberacoso/ gromming, como sucede con el uso indiscriminado y compulsivo de pantallas, que ofrecen sin anticipo ni regulación contenidos sexuales a las mismas.

 

Tiempo de Concluir…

 

¿Será este tiempo de concluir? La historia de las infancias lleva las marcas de la violencia. Si bien las épocas, costumbres y cultura parecen haber cambiado, los modos en que la crueldad se despliega y avanza contra las infancias y adolescencias, no descansan. Byung-Chul Han(9) nos advierte sobre la violencia invisible, psíquica, subcutánea que impera en la actualidad, la cual se nos infiltra en la vías nerviosas y fibras musculares logrando su inscripción y eficacia.

Aunque una historia nos avala, quienes siguen estando en la mira y puestos en duda al momento de narrar violencias, son los NNyA sometidos a extensas evaluaciones y valoraciones de credibilidad. Dejando entrever así, que el negacionismo y la desmentida siguen operando en el inconsciente colectivo.

Los psicoanalistas que trabajamos y sostenemos nuestra práctica en el ámbito forense, tenemos mucho por decir. No solo a los operadores judiciales a quienes dirigimos nuestros dictámenes y con quienes trabajamos diariamente, sino también puertas adentro de la profesión. Muchas veces, somos mirados con recelo por quienes se presentan como especialistas en la práctica forense, pero también por psicoanalistas que trabajan por fuera de este ámbito. Alicia Stolkiner en ¿Qué es escuchar a un niño?: Escucha y hospitalidad en el cuidado en salud”, nos dice “en un mismo acto está contenida, de manera inevitable, una posibilidad de subjetivación y una tendencia a la objetivación”, advirtiéndonos que si esa tensión se anula al tomar sólo uno de los polos se vulnera el acto de salud, y así toda escucha posible. Considero que esta definición, aplica a lo que estoy aquí desarrollando y planteando.

Es imperioso poner en debate y discusión el abordaje que las infancias y adolescencias actuales reciben en el ámbito de la Justicia. Fomentar una práctica que posibilite una escucha respetuosa del modo de decir infantil, advertidos de las contaminaciones y pretensiones adultocéntricas, como de la compleja trama que se despliega y suscita al abordar estas problemáticas en el ámbito penal. Como así también, de los propios sesgos y capturas frente a modos de crueldad tan descarnados. Frente a ello, el posicionamiento ético y comprometido con el padecer de las niñeces y adolescencias -despojados de toda moral- será lo que nos posibilite una escucha atenta, disponible, activa. Lila Feldman nos dice “escuchar no es oír, es oír y leer. Es leer con la oreja y el cuerpo. Y ese leer hace escribir. Si no escribimos, si no narramos lo que hicimos en el tiempo y espacio de ese encuentro, entonces el psicoanálisis sólo será una abstracción. Una declamación”(10).

Escribir como acto de pronunciamiento, para legitimar una práctica de restitución y reparación. El testimonio de lo traumático en las infancias y adolescencias nos obliga a pensar y escuchar modos de narrar lo cruel, los embates de lo siniestro, apostando a la recuperación de la palabra arrebatada y aquella que no vuelve, pura memoria traumática. Cada historia es singular, pero a la vez colectiva, nos incluye a todos. El testimonio de las infancias y adolescencias se trata de una historia de batallas que no cierra y aún no concluye.

 

Anexo

 

A continuación, compartiré algunas viñetas de trabajo sobre modos de abordaje respetuosos del testimonio de NNyA, no reduciendo los mismos a preguntas protocolizadas y de tipo interrogatorio: cómo, quién, cuándo, dónde, etc. Si bien las mismas son de importancia en una investigación penal, considero que hay modos más amables y singulares de arribar a esa información ponderando el testimonio como acto subjetivo. Los nombres, datos personales y algunas otras circunstancias irrelevantes para lo que quiero transmitir, han sido modificados/omitidos, a fin de resguardar la identidad y privacidad de NNyA.

Antes de cada audiencia, se realizaron encuentros preliminares con cada uno de ellos, donde se acordó y decidí si se realizaría una audiencia en Cámara Gesell. Habiendo cada NNyA, brindado su consentimiento y evaluado quien suscribe, que la misma no resultará iatrogénica sino posibilitadora de un decir singular, que abrirá paso al sujeto que soporta su propia verdad.

 

Renata

 

Nuestros encuentros ocurrieron en contexto de Pandemia. Muchas actividades habían retomado la presencialidad, con el uso obligatorio del barbijo. Esta vez, iba a brindar su testimonio en Cámara Gesell. La invité a retirarse el barbijo si quería, podía resultar incómodo tener que hablar con la boca tapada. Le expliqué que yo conservaría el mío, respetando la distancia, el uso de una mampara acrílica y la ventilación cruzada, indicada en esos momentos.

Renata tenía 14 años, pero impresionaba más pequeña. Sus ojos brillaban y tenía una agradable sonrisa. Comenzó contándome que no iba a la escuela, aunque estaba por anotarse ahora que había pasado “todo esto”. Su madre y padre cartoneaban, ella solía abocarse al cuidado de las gallinas y los chanchos, como a las tareas del hogar (cocinar, limpiar, lavar, etc.). También se ocupaba de su hermanito más chico y un familiar que me contó que si bien era grande de edad, no hablaba y había que ayudarlo a caminar, de quien también se ocupaba. Luego me dijo, que él también vivía ahí y que él le puso un bebé en su panza, que le hizo doler. Y que no quiere recordar eso, porque le hace mal. La mirada de Renata, se opacó inmediatamente y dirigió al piso, quebrándose su voz. No pudo seguir hablando. Comenzó a hacer nudos con las tiras de su barbijo, lo miraba fijamente y se dejaban ver lágrimas que caían silenciosamente de su rostro. Dijo “él me hacía fuerte, a mí no me salía gritar. No me salía nada. Me daba miedo. Y me dolía también acá”, señalando sus brazos. Mientras seguía haciendo nudos con su barbijo, cada vez más fuertes. Le hice un comentario al respecto, a modo de intervención. Hizo una pequeña mueca y levantó levemente la mirada. Le dije que yo estaba ahí con ella, que a veces las palabras son un modo de defendernos también. Me contó que pasó mucho tiempo triste encerrada en su habitación, sin hablar, que los recuerdos aparecían antes de irse a dormir y odiaba ese momento. Que por eso piensa que el colegio la va a ayudar, así ocupa su cabeza y que también tiene una amiga a la que le pasó algo parecido y ahora la ve bien, así que piensa que ella también lo estará.

A Renata le practicaron una ILE, estuvo internada un tiempo y comenzó tratamiento psicológico en el Hospital. Su testimonio se trató más o menos de lo que les conté, consideré que no era necesario ahondar más, porque como dice Mariana Wikinski, no es una responsabilidad que le compete. Dicha autora en su libro “El trabajo del testigo” nos dice: “No escucharemos en el sólo el relato de una serie de acontecimientos fácticos: escucharemos también y predominantemente su efecto en la cadencia del discurso”.

 

María

 

Cuando la invité a pasar, me encontré con una adolescente a la que su pelo le cubría gran parte del rostro, con un tono de voz muy bajo, mirada al piso, un cuerpo casi sin movimiento y largos silencios. Me dijo “ya no sé lo que siento, no sé qué es sentir, cómo me siento. No sé…lo que sé, es que mi mamá no está más”. Yo me limité a transmitirle el sentido de la entrevista, le dije que podía elegir si quería declarar, que dar testimonio es su derecho, pero no su obligación. María con sus 15 años, me respondió “Es mi mamá y fue mi papá, yo quiero que me escuchen”. Ser testigo del femicidio de su madre, cometido por su padre. Así fue. Su voz casi imperceptible por momentos, un cuerpo inmóvil. Su declaración habrá durado no más de 30 minutos, con largos silencios. Contó cómo pudo, la discusión suscitada esa noche entre su padre y madre, también lo que vio cuando todo se silenció. Continuó un poco más, hasta que se detuvo en el recuerdo del último día que la vio con vida, así lo dijo. Habían estado juntas mirando videos en el celular, su rostro se iluminó y emitió una pequeña mueca, para luego decir que su madre era la persona más importante en su vida.

 

Río

 

Tenía 13 años y se venía preguntando por su elección sexual. Algo de ello se vislumbraba en su aspecto. De pocas y concisas palabras, relató que quien sería su padre, pero quien nunca le inspiró confianza, de manera premeditada ingresó a su cuarto y le dijo que desde esa noche le iban a gustar los hombres. Yo podía observar en su cuerpo, el enojo que contenía cerrando sus puños que golpeaba levemente contra sus piernas, mientras me miraba fijamente. Su relato fue conciso pero determinante, no redundaron los detalles. Me dijo que él intentó desvestirlx rompiéndole su ropa interior, que dándole una patada logró correr a la habitación de su madre, quien comenzó a gritar y arrojarle objetos hasta que llegó la policía. Me contó que, desde entonces, tiene pesadillas sobre lo ocurrido y que no puede prestar atención en la escuela. Que también está preocupadx por su madre, porque la escucha llorar, aunque se encierre en su cuarto. También me dijo, que durante el día están mucho más tranquilxs desde que él no está ahí, porque lxs hacía vivir con miedo y era despectivo.

 

Lucía

 

Fui citada a un Juicio como testigo, en calidad de perito psicóloga. Me llamaron para testificar sobre las entrevistas con Lucia, con quien me reuní en tres ocasiones y determiné que no se realice una Cámara Gesell. Pero también informé, sobre lo acontecido en los encuentros.

Lucía llegó por primera vez a sus 11 años. Pude notar en su rostro, una mirada triste y al piso, sus muñecas con marcas de cortes, que ocupaban todo su antebrazo. Casi sin palabras, desinteresada, desganada, desvitalizada, desamparada. Todos los informes que solicité a la Escuela, psicóloga, servicio local, médica forense, aportan más y más datos de lo que le estaba pasando.

Lucía se hacía pis encima desde hacía años, tenía muy bajo peso, se cortaba las muñecas y piernas. No tenía vínculo con sus pares y presentaba lesiones en su zona genital. De las entrevistas con su madre, supe que ésta cargaba una historia de violencias y de la existencia de varias denuncias contra su pareja (agresor), hechas por sus hijas más grandes.

La última vez que vi a Lucia, su madre se había ido con él. Ella se encontraba sola en su casa, en estado de abandono y fueron sus hermanas mayores quienes la encontraron. Esa última vez, me dijo en breves palabras que él la violó, que su madre la dejó, que no quería seguir viviendo. Con sus ojos llenos de dolor y enojo, me dijo que no le importaba ninguna justicia.

El día del juicio. El tribunal estaba compuesto por dos juezas y un juez, quienes me realizaron muchas, muchas preguntas. Hablé extensamente. No hubo Cámara Gesell. Hubo sentencia condenatoria.

 

“Por ello la infancia y la adolescencia son disruptivas y los/as niños/as y los adolescentes son analizadores privilegiados de las instituciones. Sus actos develan y ponen en el discurso social y en las instituciones, aspectos naturalizados. Su accionar ilumina de otra manera los instituidos sociales y los desnuda. No se trata de que haya intencionalidad en ello, simplemente sucede.” Alicia Stolkiner (2012)

 

 

Notas

 

1 Ariés, Ph. (1960). El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen. Madrid, Taurus.

2 DeMause, L. (1974/1991). Historia de la Infancia, Madrid, Alianza.

3 Kemple, R.S. y Kemple, C.H. (1979). Niños maltratados, Madrid, Morata.

4 Ariés, Ph y Duby, G. (1992). Historia de la vida privada, Madrid Taurus,t.5.

5 Abuso sexual infantil. Cuestiones relevantes para su tratamiento en la Justicia. UNICEF (2015)

6 Winnicott, D. (1991). El concepto del trauma en relación con el desarrollo del individuo dentro de la familia. En Exploraciones Psicoanalíticas I. Buenos Aires: Paidós.

7 Bleichmar, S. (2009). Inteligencia y simbolización. Buenos Aires. Paidos

8 Freud, S. (1896). La Etiología de la Histeria. En Obras completas, Volumen III. Buenos Aires, Amorrortu editores.

9 Byung-Chul Han (2016). Topología de la Violencia. Buenos Aires. Hender.

10 Lila Feldman (2020). La Narración como acto político. Buenos Aires: Lobo Suelto.

 

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